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Esclerosis múltiple y embarazo

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune, inflamatoria, desmielinizante y degenerativa del sistema nervioso central que afecta principalmente a adultos jóvenes.

27 Mayo 2021

El proceso incide más frecuentemente en mujeres que en hombres y a menudo es diagnosticada durante la edad gestacional pudiendo alcanzar en nuestro país una prevalencia de hasta 200/100000  mujeres en dicho periodo.
  
Existen evidencias bien establecidas de que el embarazo no solo no es perjudicial para la EM  sino que además tiene un efecto protector sobre la incidencia de brotes y no empeora el pronóstico a largo plazo, al menos en las formas remitente recurrentes de la enfermedad. Diversos estudios han demostrado que la reducción en la tasa de brotes anual puede ser mayor al 70% . No obstante entre un 25-30% de mujeres seguirán sufriendo brotes durante su embarazo.  En el postparto se incrementa sensiblemente el riesgo de sufrir brotes, en especial en los 3 primeros meses y a partir del cuarto mes, el riesgo se reduce hasta ser similar al estado pregestacional.  Se estima que entre un 14% y un  30% de mujeres pueden tener un brote tras el parto.  Además éstos pueden ser más severos que los sufridos previos a la concepción.  La actividad postparto se relaciona directamente con la actividad y discapacidad previa al embarazo, así como la presencia de brotes durante el mismo. Por otra parte, varios estudios indican que la ausencia de tratamiento previo se asocia con una peor evolución clínica durante el embarazo.


Todo esto plantea el dilema de cómo afrontar el tratamiento de  la EM de cara al embarazo.

La mayoría de guías terapeúticas recomiendan por razones de seguridad suspender los tratamientos modificadores de la enfermedad (TME) cuando se va a planificar un embarazo. Esto puede parecer lógico si se tiene en cuenta la información limitada existente sobre la toxicidad fetal de los TME y el efecto protector de la gestación antes comentado.  Sin embargo, estudios recientes han demostrado que la discontinuación del TME previamente a la concepción de un embarazo planificado, se asocia con incremento en el riesgo de brotes y progresión de la discapacidad . Además, actualmente se sabe que algunos TME de modesta eficacia (TMEME) son seguros durante el embarazo. Por ello, algunos autores recomiendan mantener dichos TMEME hasta que al menos se tenga confirmación del embarazo o incluso mantenerlos durante el mismo si existe sospecha de actividad de la enfermedad.  En aquellos casos que se desea planificar una gestación y están bajo tratamiento de segunda línea, parece que la estrategia más efectiva sería hacer un desescalado previo hasta un TMEME seguro. Alternativamente, también se podría utilizar un TME de segunda línea cuya dosis total puede adminstrarse de una sola vez en varios ciclos, lo cual  permite la gestación con seguridad a largo plazo una vez que el fármaco ya se ha eliminado del organismo sin que por ello se haya perdido su eficacia terapeútica.

Un aspecto que posiblemente preocupe más a las pacientes que la propia enfermedad, es el efecto o la influencia que ésta pueda tener sobre el desarrollo fetal. Hasta la fecha no hay certeza de que exista mayor riesgo de prematuridad o menor peso al nacer.  Sin embargo es importante tener en cuenta de que determinados TME pueden ser teratogénicos y su uso debe evitarse a toda costa en mujeres con deseo gestacional.   La utilización de corticoides para el tratamiento de los brotes en el embarazo es segura en general, aunque puede existir un ligero riesgo de sufrir malformaciones (paladar hendido) o bajo peso al nacer. Por ello se recomienda su uso solo  en caso de brotes clínicamente significativos.

Finalmente y en lo que respecta a la lactancia materna, diversos estudios indican que no tiene efecto perjudicial e incluso podría ser protectora de la enfermedad cuando se utiliza de forma intensiva y sin suplementos artificiales.  Además, los mismos TMEME que son seguros en la gestación lo son también en la lactancia dado que su excreción por leche materna es ínfima.

En conclusión,  la mayoría de mujeres con EM pueden tener actualmente un buen control de la actividad de la enfermedad durante el embarazo y el postparto y sin perjuicio de que haya que suspender los efectos beneficiosos de lactancia para el recién nacido. Es importante evitar determinados TME por su potencial efecto tóxico fetal.

 

«El artículo refleja la opinión y práctica clínica del autor y no se trata de una opinión o recomendación de Merck, S.L.U. Asimismo, el presente artículo tiene carácter orientativo y divulgativo, de modo que no constituye un diagnóstico de una patología o enfermedad y no sustituye al diagnóstico o tratamiento realizado por un profesional sanitario».

Fuentes

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