Seguimiento de una persona con Esclerosis Múltiple
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La EM es una enfermedad crónica, que está aumentando en incidencia y prevalencia1. Actualmente no tiene tratamiento curativo, pero sí que tiene múltiples tratamientos inmunológicos que intentan controlar la actividad inmunológica, evitando los brotes típicos de la enfermedad. Por ello, los pacientes afectos de Esclerosis múltiple (EM), precisan realizar controles periódicos con el neurólogo. Este año, la Sociedad Española de Neurología ha publicado la última actualización de las Recomendaciones diagnóstico/Terapéuticas de la EM, NMO y MOGAD2. Basándome en estas recomendaciones comento el seguimiento precisado por los pacientes con EM.
Lo más extendido en la práctica clínica es realizar una visita neurológica semestralmente en pacientes en tratamientos inmunomoduladores/inmunosupresores; o anualmente en pacientes sin tratamiento, para intentar conseguir un buen control de su enfermedad. Se aconseja siempre que sea posible, ir acompañado a la consulta, de cara a obtener una información más amplia de la situación clínica del paciente.
Si presentaran alguna clínica neurológica entre visitas, lo ideal es que avisen a su neurólogo lo antes posible, para realizar una visita preferente y valorar si presenta un brote de la enfermedad, y valorar si será necesaria una tanda con corticoides para su control.
La prueba diagnóstica por excelencia para el diagnóstico de la EM, es la Resonancia Magnética cerebral. Prueba necesaria para el diagnóstico y para el seguimiento de los pacientes. Para el diagnóstico, es imprescindible presentar unas lesiones en unas zonas específicas del sistema nervioso central, y durante el seguimiento es importante realizar controles de neuroimágen para ver si el paciente presenta nuevas lesiones, que no hayan creado repercusión clínica y hayan pasado desapercibidas, sin la realización de la resonancia magnética. Esto podría cambiar la actitud terapéutica, aunque clínicamente el paciente no haya presentado ningún brote de la enfermedad. De esta manera, se intenta conseguir un control óptimo de la actividad de la enfermedad.
Para el diagnóstico, es habitual realizar también una punción lumbar. Esta prueba consiste en extraer una muestra para analizar líquido cefaloraquídeo (LCR) que rodea el sistema nervioso central (SNC), para ver si el paciente presenta bandas oligoclonales positivas (proteínas presentes en el LCR y que no están presentes en suero del paciente). Ya que estas proteínas se demuestran en el 90% de los pacientes con una EM, y ayudan a realizar el diagnóstico de la enfermedad.
Otras pruebas que se realizan habitualmente para el diagnóstico de la EM, son una analítica sanguínea extensa de cara a descartar otras posibles causas de focalidad neurológica y de lesiones cerebrales; y unos potenciales evocados visuales para ver si el paciente presenta afectación de los nervios ópticos.
De cara al seguimiento clínico de los pacientes, aparte de resonancias magnéticas de control cada 1-2 años, se realizan analíticas sanguíneas semestrales para control de posibles efectos secundarios de los tratamientos (control de la función hepática, estudio de linfopenias, control de la función renal, control de función tiroidea, etc).
Fuentes
- N. Pérez-Carmona, E. Fernández-Jover, A. Pérez-Sempere. «Epidemiología de la esclerosis múltiple en España.» Revista de Neurología , 2019: 32-38.
- Miguel Ángel Llaneza González, José E. Meca Lallana, Montserrat González Platas, Celia Oreja Guevara. Manual de Práctica Clínica en Esclerosis múltiple, NMO y MOGAD. Ediciones SEN, 2023.