Inmunoglobulina

El término inmunoglobulina se refiere a un tipo de anticuerpo. Específicamente, se utiliza para denominar cualquier tipo de proteína presente en el sistema inmune y que funciona como anticuerpo. Los anticuerpos son sustancias que produce el organismo para reaccionar a la presencia de otra sustancia -identificada como ajena, extraña-, que a su vez recibe el nombre de antígeno.

La inmunoglobulina se ha utilizado en el pasado como terapia para la esclerosis múltiple, y en algunos países de Europa sigue dándoseles ese uso. No obstante, en otros, como Reino Unido, las guías terapéuticas no la recomiendan.

La inmunoglobulina administrada por vía intravenosa se designa también por su acrónimo en inglés (IVIG).

Es una terapia que suele emplearse para modificar el funcionamiento del sistema inmunológico, por eso se considera “modulador de la respuesta inmune”. Se obtiene a partir de donación de fluidos corporales.

Algunos expertos consideran que el tratamiento con inmunoglobulina intravenosa es una forma eficaz de mejorar la función y prolongar los periodos entre brotes en personas con esclerosis múltiple remitente/recurrente, aunque no parece que tenga impacto en la progresión de la enfermedad.

En ocasiones se usa cuando un brote es severo o el paciente con esclerosis múltiple no responde a la terapia con corticoides.

Algunos de los inconvenientes que se han planteado sobre el empleo de inmunoglobulina en esclerosis múltiple son:

• Es una terapia extremadamente cara
• No está disponible en todas partes
• No se considera práctica para tratar la enfermedad a largo plazo

No está claro que la inmunoglobulina sea una terapia segura para mujeres embarazadas ni durante la lactancia.

Por otro lado, aunque ha mostrado ser eficaz en algunos pacientes, sobre todo en los que tienen la forma remitente/recurrente de esclerosis múltiple, entre sus efectos secundarios se han registrado:

• Insuficiencia renal
• Tromboembolismo